Por Mariví Yanno
Muchos experimentamos por estos días momentos de sobreexposición a las videollamadas y terminamos nuestros días exhaustos. Algunas de las diferencias que presenta la nueva manera de reunirse pueden ser muy agobiantes
Pero, ¿por qué cambia el insumo de energía que nos requiere un zoom vs una reunión presencial? ¿Qué es exactamente lo que nos cansa?
En un reportaje publicado por Manyu Jiang en BBC Worklife, se entrevista a Gianpiero Petriglieri, profesor asociado de Insead, que explora el aprendizaje sostenible y el desarrollo en el lugar de trabajo, y Marissa Shuffler, profesora asociada de la Universidad de Clemson, que estudia el bienestar en el lugar de trabajo y la efectividad del trabajo en equipo, para conocer sus puntos de vista.
“Estar en una videollamada requiere más atención que un chat cara a cara”, dice Petriglieri. Los chats de video significan que debemos trabajar más para procesar las señales no verbales como las expresiones faciales, el tono y el tono de la voz y el lenguaje corporal.
Prestar más atención consume mucha energía.
“Nuestras mentes están juntas cuando nuestros cuerpos sienten que no lo estamos. Esa disonancia, que hace que las personas tengan sentimientos encontrados, es agotadora. No puedes relajarte en la conversación de forma natural”, dice.
El silencio es otro desafío, agrega. Naturalmente nos marcan ritmos y categorizaciones en la conversación, pero cuando interfieren mecánicamente, cuando dudamos si se trata de interrupciones o de una demora del otro, perdemos concentración y nos cansamos más. Incluso, según Petriglieri que cita estudios al respecto, percibimos menos positivamente a las personas por el retraso en la comunicación virtual.
Un aspecto muy interesante que señala tiene que ver con el hecho de que aspectos de nuestras vidas que solían estar separados (trabajo, amigos, familia) ahora están sucediendo en el mismo espacio.
Todo en el mismo lugar.
Los individuos tienen múltiples aspectos: roles sociales, relaciones, actividades y objetivos dependientes del contexto, y encontramos que la variedad es saludable, dice Petriglieri: “La mayoría de nuestros roles sociales ocurren en diferentes lugares, pero ahora el contexto se ha derrumbado”, dice Petriglieri. “Imagínese si va a un bar, y en el mismo bar habla con sus profesores, se encuentra con sus padres o sale con alguien, ¿no es extraño?
Eso es lo que estamos haciendo ahora … Estamos confinados en nuestro propio espacio, en el contexto de una crisis que provoca mucha ansiedad, y nuestro único espacio para la interacción es una ventana de computadora”.
El sentirnos obligados a participar en videollamadas extras, y a performar de determinada manera en esa participación, incrementa el cansancio y el disconfort. Ni hablar si se corre riesgo de perder el trabajo. Y por si faltara algo, las videollamadas a nuestros seres queridos son un constante recordatorio de que vivimos inmersos en un contexto incierto.
¿Qué nos sugieren para aliviar la fatiga de Zoom?
- Limitar las videollamadas a las que sean necesarias.
- Encender la cámara debe ser opcional y en general, debe entenderse mejor que las cámaras no siempre tienen que estar encendidas durante cada reunión.
- Explorar recursos alternativos: en algunos casos, vale la pena considerar que los archivos compartidos con notas claras pueden ser una mejor opción que evite la sobrecarga de información.
- Destinar tiempo para saber cómo están las personas: tomarse un tiempo durante las reuniones para ponerse al día antes de sumergirse en los negocios. Dedique algo de tiempo a controlar el bienestar de las personas. Es una manera de volver a conectarnos con el mundo, y de mantener la confianza y reducir la fatiga y la preocupación.
- Construir períodos de transición entre las reuniones de video también puede ayudarnos a refrescarnos: intente estirar, tomar una copa o hacer un poco de ejercicio, dicen nuestros expertos. Los límites y las transiciones son importantes; necesitamos crear buffers/separadores que nos permitan dejar a un lado una identidad y luego pasar a otra a medida que nos movemos entre el trabajo y las personas privadas.
Desde la caída de los contextos en los que se desarrollaban nuestros diversos roles, hasta incertidumbres acerca de las fuentes de sustento, el sacudón de la pandemia tiene réplicas en lo profundo.
Seamos pacientes con nosotros y con los otros. Aprendamos a cuidar nuestros recursos energéticos
2 respuestas en “¿Por qué Zoom agota nuestra energía?”
Muy identificada con lo vertido por Mariví!
Estoy totalmente de acuerdo. Estoy agotada.