Por Guillermo León Barreto | Presidente ADCA
La imagen fue tomada de Twitter. No conozco su veracidad, pero sirve para una apurada reflexión sobre el desafío de sostener las prácticas básicas de feedback en tiempos de teletrabajo.
1ra regla:
Lo que se acuerda claro, se reclama más fácil
Si algún conductor cree que los acuerdos de desempeño se trasladan mágicamente de la oficina a la casa, se está equivocando.
Cada conductor y colaborador deben conversar de modo realista y honesta sobre las necesidades y las posibilidades, sabiendo que el requerimiento del jefe -por mejor fundado que esté- no tiene la potestad de borrar mágicamente los límites que la vida doméstica impone al colaborador.
2da regla:
El contrato se perfecciona con el uso.
El teletrabajo tiene posibilidades y restricciones que fuimos descubriendo y asumiendo a medida que lo experimentamos.
Seguramente, y movidos por el genuino compromiso, en un primer momento asumimos compromisos que luego descubrimos que no son fáciles de honrar.
Para el colaborador implica el desafío de poner un límite a su jefe que antes no estaba, y que será más o menos problemático según el grado de confianza y diálogo honesto que hayan cultivado.
A la vez, cada uno va aprendiendo nuevos trucos y asimilando herramientas que suelen expandir las propias capacidades.
3ra regla:
Con cada desvío se vuelve a ajustar el contrato
Si -como marca el jefe del WhatsApp- el otro no cumple con lo comprometido, el primer paso es señalar de modo objetivo e indagar (“no recibí la info XX en el momento que habíamos pautado, ¿qué te pasó?”), sin agregar adjetivos ni adelantar juicio.
Luego escuchar la respuesta del colaborador acerca de sus eventuales problemas o razones, y si lo que aparece suena a excusas, profundizar la indagación, y conversar hasta alcanzar un acuerdo concreto que explicite al máximo posible que hará cada uno la próxima vez.
4ta regla:
No busque promesas, sino el mejor acuerdo posible
Lo que se busca no es la “promesa” de parte del colaborador. No es negocio para el conductor juntar una pila de “pagarés”.
Se trata de indagar las reales posibilidades y límites para hacer un nuevo acuerdo que de previsibilidad y proteja los resultados.
En ese nuevo acuerdo, en un diálogo en el que como jefes nos tocará insistir en la necesidad de cumplir la tarea y desafiar al colaborador para explorar las alternativas disponibles para lograrlo, y como colaboradores nos tocará hablar claro sobre los límites, evitar prometer sin saber cómo cumplir, y poner el compromiso en expandir las propias posibilidades con mejor manejo de la agenda y prioridades, o incorporando nuevas capacidades o recursos.