Por Daniel Martínez (*)
El talento se ha convertido en un activo estratégico de las empresas. El avance de la era digital hace que se requiera trabajadores cada vez más calificados y mayor flexibilidad frente a los cambios.
Históricamente el proceso de selección estuvo enfocado en la necesidad de la empresa, sin tener presente las de los postulantes. El paradigma era: “Yo elijo-Tu aceptas”. Se promovía una búsqueda y se esperaba que la gente esté dispuesta a aceptarla sin más. El prestigio de la empresa era suficiente para que la gente deseara incorporarse a ella. Normalmente este ingreso se constituía en el seguro de un trabajo para toda la vida. La persona que entraba a la empresa se consideraba un “elegido” y se sentía obligada a la gratitud y el compromiso durante toda tu vida laboral.
Ese mundo no existe más. A las nuevas generaciones no les interesa el “nombre de la empresa”. Les interesa cuál es el propósito, qué desafíos les presenta, cómo afecta el medio ambiente y si ofrece un buen balance entre su vida profesional y laboral.
Pocas empresas se plantean qué tiene para ofrecer y por qué una persona talentosa debería estar interesada en incorporarse a la organización. ¿Cuánto satisface mi empresa, mi liderazgo, mi cultura, mis herramientas de gestión al mercado?
Hay que replantearse cuan atractiva es la compañía para captar los mejores talentos.
Esta situación nos obliga a desarrollar un nuevo paradigma que entiende el proceso de selección como una selección mutua. Las personas talentosas eligen.
Las empresas tienen que dejar de lado el paradigma “Yo elijo-Tu aceptas” y pasar al de “Yo elijo, tú eliges”. De esta manera el proceso de selección es sólo el inicio de una relación de mutua elección a lo largo de la estadía de la persona en la empresa. Esto va a contribuir a que los colaboradores quieran continuar en la compañía, comprometerse y dar lo mejor de sí.
Los directivos suelen contentarse con la explicación de que los empleados se van de la empresa porque los atraen mejores ofertas. Eso ocurre y tiene un papel importante, sin embargo, es una mirada simplista. Habría que cambiar la pregunta ¿por qué se van? por otra: ¿por qué no se quedan? La primera lleva a pensar en qué le ofrecen en el mercado. La segunda en por qué la empresa no puede satisfacer sus necesidades.
Sin duda, es difícil atraer a los mejores talentos a las organizaciones, sin embargo, es mucho más complejo conservarlos. Por eso, habría que replantearse la idea de que el proceso de selección está aislado del paso de las personas por la empresa. Selección y fidelización debería encararse como un proceso integral.
Seguramente será difícil realizar este cambio, pero indudablemente es necesario. Las empresas no pueden seguir pensando en sí mismas como si fueran el ombligo del mundo.
Tienen que mirar hacia el mercado y detectar qué expectativas y necesidades tienen los mejores candidatos y entender que ellos también eligen. Los cambios que se están dando en el mundo del trabajo obligan a pensar desde un modelo de “Yo elijo, tú eliges” para encarar la selección y fidelización de los mejores. Quién no lo entienda va a perder la oportunidad de competir en la guerra por el Talento que será la disputa del futuro.
(*) Sobre el Autor: Daniel Martínez es Director de la Consultora de Gestión del Cambio y Recursos Humanos Pharus People & Business. Como consultor de empresas ha colaborado en el diseño organizacional, el alineamiento entre distintos niveles de la organización y en la articulación de procesos entre distintas áreas para lograr un mejor desempeño de las personas y el logro de los objetivos de las empresas. Capacitador, Headhunter y docente Universitario. Es autor del libro “Selección de Talentos en la era digital”.
Una respuesta en “El nuevo paradigma de la selección de talentos”
Agradezco información