Por María Rosanna Molinos.
Vivimos en un mundo en crisis, con procesos de cambio que ya no son exclusivos de un país, un gobierno o una raza; hoy las emociones y las situaciones nos igualan, se borraron las fronteras. La globalización nos muestra que todos somos seres humanos con angustias, con realidades personales y familiares iguales.
La emoción que está aflorando en estos momentos entre todos nosotros es el miedo. El miedo es una emoción que se hace más grande de lo que debería debido a la incertidumbre, que aparece en momentos en los que nos enfrentamos a situaciones que no conocemos.
La incertidumbre se genera ante la situación de desconocimiento que se tiene acerca de lo que sucederá en el futuro. Es una sensación de inseguridad, de temor, de titubeo, que muchas veces hace que el individuo se paralice momentáneamente durante alguna actividad, hasta tanto la situación sea más clara y confiable.
En este mundo y en este momento las organizaciones y los equipos de trabajo requieren de Líderes que manifiesten condiciones especiales y que puedan actuar desde sus convicciones.
Aunque nadie los ha preparado para esto tampoco, no hay bibliografía y no hay experiencias, es más, los líderes también viven esta crisis global.
Deben trabajar y gestionar sus propias emociones e incertidumbre, ellos no tienen la certeza completa. Sus equipos, organizaciones y sus propias familias les piden que asuman un rol de contención, seguridad, comprensión y acompañamiento.
Como dice la lengua náhuatl “apapacho”, define como “palmadita cariñosa o abrazo”. Los mexicanos, sin embargo, tienen una definición mucho más poética del acto de apapachar: “abrazar o acariciar con el alma“.
Sostener desde la humanidad.
¿Qué pueden hacer los líderes?
El primer reto que tienen los líderes, es mantener la línea de resultados bajo este contexto, entendiendo y siendo conscientes del bienestar de sus colaboradores, pero a la vez estando ocupados por mantener y cumplir los compromisos de la organización.
Un líder en tiempos de crisis debe tener una visión, es decir una idea del futuro hacia el que se dirige y los caminos que deberá transitar para alcanzarlo. Debe ser capaz de contagiar la visión a sus seguidores. Ella se compone de proyectos, claros, concretos, y alcanzables.
Hacen falta sueños, ilusiones que impulsen los intereses de las personas; son necesarios para imaginar la realización personal, para poder apostar al futuro
Cuanta mayor zozobra e indefinición existan sobre las maneras de salir de la crisis, sobre las causas que la han producido, sobre las posibilidades de sobrevivirla y superarla, mayor transparencia debe pedirse a la figura del líder. Sólo será seguido quien posea honestidad personal y prestigio profesional. La honestidad debe ser cristalina e indudable.
Un líder para tiempos de crisis debe ejercitar una sensibilidad particular que le permita contener a quienes dependen de él. Debe privilegiar la comunicación con todos y cada uno de ellos personalizándola, haciéndose eco de las necesidades de los miembros del equipo, invirtiendo su tiempo en construir puentes de consenso y cooperación.
Debe dedicar mucho tiempo y esfuerzo para conocer los problemas de su gente, para estar al tanto de lo que les sucede.
Sus colaboradores deberán saber que pueden contar con él, que son importantes, que serán escuchados y que sus problemas pueden ser planteados sin temor y, de ser posible, resueltos
En tiempos de incertidumbre, los colaboradores quieren comprender cómo la organización afrentará las dificultades y qué se espera de ellos. Las habilidades de comunicación en los líderes son importantes, pero se vuelven primordiales en momentos de crisis, ya que significa cambios y las personas generalmente temen a los cambios, a lo desconocido.
Lograr que los colaboradores acepten que la situación futura es la mejor que se podía obtener con el tiempo y los recursos disponibles, dentro de un contexto (o escenario) que no puede ser negado, ignorado o rechazado
En conclusión, un líder en tiempos de crisis debe mostrarse empático, humano y auténtico; debe ser realista en el análisis y en los problemas que se plantean, pero sin transmitir negatividad; y debe potenciar la comunicación y el buen ambiente de trabajo creando un clima de confianza y seguridad.
Cuando a la gente le falta esperanza, el líder debe tenerla. Cuando a la gente le faltan respuestas, el líder debe darlas. Cuando a la gente le falta dirección, el líder debe dirigir”.
– John Maxwell –
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2 respuestas en “Liderar en Tiempos de incertidumbre.”
Tu artículo es excelente María. Uno de los cambios que más incertidumbre provoca es la irrupción de las tecnologías inteligentes. Máquinas que han traspasado un limite: aprender de sí mismas sin asistencia humana, a una velocidad miles de veces superior a la humana y dentro de la más estricta racionalidad. Como vos decís María, frente a la incertidumbre que esto provoca: o sentimos miedo o lo sentimos como una herramienta para la realización personal y colectiva. Creo que estás diciendo esto. Y redefinís el rol del líder como un facilitador de emociones que transforma miedos en esperanza ¿es así María? Tu artículo hace un gran aporte a esta necesidad de redefinir el liderazgo en medio de la crisis. Te felicito Maria. ADCA es un lugar donde el pensamiento y las ideas hierven como en el caldero de los aprendices de brujo. Un lujo intelectual. Una flor en el desierto. Mis respetos / Mario Balzarini en Linkedin
Totalmente de acuerdo. Son incontables las veces que, por no parar, se incurre en estas compensaciones o mismo en trabajar mal pero trabajar porque pareciera que la palabra “parar”, “tomarse un minuto para pensar”, ir más lento pero seguro, son mal vista. Generaciones y generaciones creen que es mejor tratar de talar árboles con herramientas desafiladas que tomarse un momento para afilarla o cambiarla.
Las organizaciones necesitan realmente un hackeo cultural que las lleve a replantearse estas cosas en vez de simplemente normalizarlas.