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Espiritualidad, organización y persona

Por Mario Balzarini

Todo lo real es racional, decía Hegel. Y todos podemos coincidir con él porque, ciertamente, nada hay de peligroso en la idea de “racionalidad”. Lo peligroso radica, eso sí, en la práctica del “racionalismo”, esa postura intelectual extrema que, consciente o inconscientemente, desprecia todo lo que provenga de las emociones o de lo que reconozca en la espiritualidad su fuente de inspiración. La presente serie “Filosofía y Gestión” tiene el objetivo de promover el uso del pensamiento crítico (la principal herramienta reflexiva con que cuenta la Filosofía) dentro del mundo de las organizaciones. Si la complejidad y la incertidumbre que nos rodean crecen de manera exponencial, la capacidad de pensar lúcidamente se convertirá en una habilidad estratégica del siglo XXI (*). En esta oportunidad reflexionaremos críticamente, es decir, más allá de los límites culturales que impone el racionalismo, sobre el fenómeno de la espiritualidad dentro de nuestras organizaciones, dentro de nuestros equipos y en nosotros mismos. Allá vamos.

(*) Foro Económico Mundial (WEF)

¿QUÉ ES LA ESPIRITUALIDAD?

Hay un sentimiento del que no es posible sustraerse pero que, en el marco de culturas racionalistas como la nuestra, se hace difícil de captar (¡a pesar del esfuerzo de nuestros líderes!). Se trata de la emocionalidad que nos inunda cuando logramos “sentirnos parte de algo más grande que nosotros-mismos”. Esta experiencia es profundamente transformadora y transmite por sí-misma (y en muchos contextos diferentes) todo el significado de la palabra espiritualidad. Se trata de la misma espiritualidad que fue descripta de mil formas diferentes a lo largo de la historia y que el poeta Rilke (*) resumió de un modo magistral cuando dijo: “Creedme que todo depende de esto: haber tenido, una vez en la vida, una primavera sagrada que colme el corazón de tanta luz que baste para transfigurar todos los días venideros”.

(*) Rainier María Rilke (1875-1926) – Poeta austríaco

TEÍSTAS y NO-TEÍSTAS

Una vez vivida, la experiencia de la espiritualidad admite interpretaciones teístas y no-teístas. Por ejemplo, San Agustín (siglo IV) la interpretó como la “unión mística con Dios” en tanto que Jean Jacques Rousseau (siglo XVIII) la describió como una fusión con la Naturaleza declarando a viva voz (para espanto de Voltaire y de los iluministas franceses) que “…siento éxtasis, arrebatos inexpresables de fundirme en el sistema de los seres, de identificarme con la Naturaleza entera”. Es importante subrayar que tanto en Agustín como en Rousseau, el contacto con el Absoluto se logra a través de experiencias, nunca a través de razonamientos. “Creer para después entender”, diría San Agustín (*), mientras que Rousseau (escandalizando ahora a los próceres de la Revolución Francesa) afirmaría que lo que nos hace humanos no es la Razón sino la Libertad (*). Lo importante para nosotros, hombres y mujeres de la Era Digital, es darnos cuenta de que la espiritualidad se abrió paso en la historia porque siempre expresó la supremacía del todo por sobre las partes, la supremacía del equipo por sobre la individualidad y la supremacía de lo trascendente por sobre el pragmatismo inmediatista.   

(*) San Agustín (354-430) – Confesiones / J.J. Rouseau (1712-1778) – Confesiones

PROYECTOS INSPIRADORES

Unilever comenzó su proyecto de Total Quality a principios de los años noventa. Fue allí donde escuché por primera vez esta historia: Dos arquitectos que caminan por la Florencia medieval se detienen junto a un hombre que pica piedras y le preguntan: “¿Qué estás haciendo?” El hombre responde: “Estoy picando piedras”. Avanzan un poco y se detienen junto a un segundo hombre que también pica piedras y al que también le preguntan: “¿Qué estás haciendo?” Esta vez el hombre contesta: “Estoy levantando un muro”. Finalmente avanzan hasta un tercero quien, sin dejar de picar piedras, les responde de este modo: “ESTOY CONSTRUYENDO UNA CATEDRAL” (todos, en efecto, estaban construyendo una catedral)

Con esta historia Mario Castro (Chairman de Unilever por ese entonces) nos convocó a sumarnos al que, sin duda, fue el proyecto organizacional más importante de mi vida ¿Por qué nos sirvió tanto esta historia cuando comenzamos los entrenamientos masivos (*) en el Hindú Club? Visto a la distancia, creo que nos permitió comunicar que, aunque todos somos “picapedreros” del día a día, también es cierto que todos podemos sumarnos a las cuadrillas de “constructores de catedrales” que generosamente nos ofrece la vida. Aquella experiencia que vivimos en Unilever fue profundamente espiritual. El proyecto fue simbólicamente elevado a la categoría de “proyecto-bandera” y bajo esa bandera inolvidable nosotros, los “apóstoles de la calidad”, aprendimos a involucrarnos hasta el sacrificio personal y a darnos cuenta de que para ser espiritual no hace falta ser solemne. Alcanza con ser genuino.

(*) NOTA: Luis Karpf y Guillermo Barreto fueron piezas clave para el éxito de aquel mega-proyecto. Los instructores internos fueron entrenados por el equipo de RHO y el diseño educativo (materiales y dinámicas) que utilizaron los 800 participantes de Elida Pond´s fue realizado por el Lic. Barreto.

LIDERAGO Y ESPIRITUALIDAD

En su magnífico artículo del HBR, la Dra Herminia Ibarra nos dice: “La única manera de crecer como líderes es ampliando los límites de lo que somos, haciendo cosas nuevas que nos hacen sentir incómodos, pero que nos enseñan a través de la experiencia directa en qué queremos convertirnos. Este crecimiento no requiere un cambio radical de personalidad. Pequeños cambios suelen marcar la diferencia en la eficacia de nuestro liderazgo” (*) La relación entre liderazgo y espiritualidad es, sin duda, uno de los temas más apasionantes del management. Y si la paloma blanca que inicia el vuelo fue enriqueciendo su significado hasta convertirse en uno de los símbolos universales de la espiritualidad, así el reconocimiento progresivo (o la revelación súbita) de esa espiritualidad que está en nosotros, abrirá el camino para vivir, de una vez y para siempre, la plenitud de lo que somos: seres destinados a trascender.

Hasta el próximo encuentro

(*) The Authenticity Paradox – Herminia Ibarra – HBR

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