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Gregory Bateson

Por Gustavo Aquino

El acorazado de la Armada Imperial Alemana SMS Panther con su dotación de nueve oficiales y ciento veinte marinos amarra durante el tórrido verano de 1911 en Agadir y pone en jaque al gobierno pro-francés del Sultán Abd-El-Hafid. En un claro ejemplo de la diplomacia artillada Alemania pretendía, con una excusa baladí, quedarse con algo del Marruecos que Francia compartía con España. Sin éxito en esta pretensión, a cambio de retirar la cañonera, el Káiser obtuvo unas leguas francesas del África Ecuatorial con las que formó el Neu Kamerun. 

En una triste comedia de varieté los pretendientes a nuevo César juegan al TEG en escala de uno en uno y preparan con amenazas y chicanas las dos grandes guerras europeas.

Un enfermizo doctor en filosofía afincado en Munich notó con la Crisis de Agadir la vieja Europa olía a rancio. En La Decadencia de Occidente, Oswald Spengler describe el descenso de la poética y filosófica Alemania de Kant, Goethe y Schelling a los sótanos asfixiantes de los cabarets y la ignorante prepotencia nazi; la parábola de la Francia rampante de los enciclopedistas que es fusilada por mestizos en Querétaro. 

Pero la hojarasca de la decadencia aloja, paradójicamente, flores de extraña belleza. Los sabios suelen suceder cuando el reloj marca el fin de una época. Aristóteles, Leonardo, Spinoza y Hegel anuncian con su vuelo un crepúsculo a la vez que un nuevo día. 

Gregory Bateson es un miembro ilustre de esta pléyade de sabios del ocaso. Un búho victoriano, científico innovador y carismático filósofo. Un gigante trémulo amante de los juegos, las paradojas y las dudas que influenciado por su padre se gradúa como biólogo que luego virará:

 …en 1925 entré en el terreno de la antropología, cansado de la estéril zoología académica de aquella época, cuando en la antropología británica estaban vivas las controversias entre evolución y difusión.

Cansado no solo de la zoología, saldrá de Inglaterra para hacer frecuentes trabajos de campo en Nueva Guinea y Bali hasta afincarse definitivamente en la costa Oeste de los Estados Unidos en 1940. De Cambridge a Palo Alto, este sabio saltó del centro victoriano decadente a la frontera bárbara, a las orillas, al margen donde nace el nuevo paradigma.

Nuevo paradigma

Parte de este nuevo paradigma es la presencia de la mujer en las elites. Bateson le hizo honores al trabajar y casarse con Margaret Mead, un ícono del nuevo rol femenino. Con ella abrieron un fecundo surco en la academia aplicando entre 1936 y 1938 el cine y la fotografía al estudio antropológico de la comunidad balinesa. Fueron tan parejos en lo intelectual como disímiles en lo físico, ella apenas llegaba al metro y medio y el pasaba los dos. Fueron los agradecidos padres de Mary Catherine, la interlocutora elegida para los geniales Metálogos de Bateson y con el tiempo también académica de nota como ellos .

Como era de rigor para muchos intelectuales como Ernst Junger, Anaïs Nin, Alan Watts, Allen Ginsberg y Jack Kerouac, buscó “expandir la mente” con drogas psicodélicas. Era los años en que sonaban los Grateful Dead, The Doors y Janis Joplin y la ciudad de Bateson, San Francisco era el centro neurálgico de este movimiento que asumía que “cambiar tu mente es cambiar al mundo”.

Con incansable vocación de experimentador y sintiendo que el cauce de la antropología le era estrecho, decidió aplicar el concepto de doble vínculo, que desarrolló a partir de la experiencia en Bali, en una investigación sobre la génesis de la esquizofrenia en el hospital para veteranos dirigido por Don Jackson en un suburbio de San Francisco. Allí conoce a otro europeo mudado al nuevo mundo, el austríaco Paul Watzlavick, aventajado exalumno de Jung. El encuentro será el acta fundacional de la vanguardia intelectual que toma el nombre de este barrio, la Escuela de Palo Alto. Ray Birdswhistell, Edward Hall, Stuart Sigman, Albert Schleffen, Jurgen Ruesch y Ervin Goffman suelen sumarse a Bateson, Jackson y Watzlavick al mentar esta tan fecunda y trascendente no-universidad que construye su objeto de estudio en la comunicación, entendida como la matriz en la se insertan todas las actividades humanas. Piscología, psiquiatría, antropología y sociología se mezclan sobre este eje al proponer que no hay posibilidad de no comunicar y que toda comunicación tiene, además de su contenido, un aspecto relacional que la determina. Palo Alto fue y aún es, una plataforma sólida y sugerente; una alternativa original al freudo-marxismo de la Escuela de Frankfurt y el estructuralismo francés.

La ecología de la mente

Cuando la sociedad y la moral victoriana eran piezas de museo pasando de la hegemonía británica a la bipolaridad de la Guerra Fría, Bateson entregó a la imprenta un libro profético, Pasos hacia una Ecología de la Mente, donde postula que:

  1. La ecología de la mente es una teoría holística, filosófica y epistemológica sobre el mundo vivo y la posibilidad de conocerlo. Una teoría sobre la creación de “realidad”, sobre la aparición de sentido
  2. La unidad del mundo vivo niega al dualismo cartesiano y posiciona a la persona y a la reflexión de las ciencias humanas en un sistema que las abarca
  3. El objeto de la ecología de la mente no son las pautas o los procesos, ni el orden o el desorden, ni la epigénesis o el aprendizaje, sino la unidad de orden lógico superior que surge de la relación entre los miembros de cada oposición, los puntos de encuentro entre las premisas abstractas y la conducta efectiva. 

El lingüista y antropólogo Roger Keesing dijo que “Gregory Bateson fue bendecido y a la vez maldecido, con una mente capaz de ver un mundo de relaciones y formas por detrás de las cosas aparentes”. Docente carismático, solía preguntar en clase “¿Qué une al cangrejo con la langosta, a la prímula con la orquídea y a los cuatro con usted? ¿A usted conmigo?” Siendo para él las relaciones la esencia del mundo viviente, pide un lenguaje de relaciones para entenderlo y describirlo, es así que recurre en sus clases a cuentos y anécdotas, ya que “son el camino real hacia el estudio de las relaciones”. Lo importante de sus relatos no son los hechos, los objetos o los personajes, sino los vínculos que integran a estos ingredientes.

La ecología de la mente influenció a referentes del campo de la administración como Chris Argyris, Donald Schön, Ernesto Gore y Peter Senge. El ensayo sobre los niveles de aprendizaje es un tajamar que este ex biólogo abre sosteniendo que muchas de las más acaloradas discusiones en las ciencias se calmarían con algunas definiciones, como si estuvieran los que dicen que las plantas tienen un cotiledón y aquellos que las ven con dos, sin hacer la distinción entre las mono y las dicotiledóneas. Sobre la base de esta distinción encuentra que muchas discusiones sobre el concepto de aprendizaje se evitan si se clasifica a este proceso en estratos:

Aprendizaje de Nivel 1 es el del perro de Pavlov, implica asociar un estímulo con una respuesta. Ante una baja del volumen de  ventas, por ejemplo, se decide aumentar el presupuesto de publicidad.

En el caso del Aprendizaje de Nivel 2, de Aprender a Aprender o Deuteroaprendizaje, supongamos que el perro del señor Pavlov aprende a discriminar contextos y, por lo tanto, a seleccionar respuestas alternativas para un mismo estímulo. Ante una baja del volumen de ventas puede analizarse si hay que aumentar el presupuesto de publicidad o bajar los precios o aumentar las comisiones de los vendedores. Como dice Donald Schön (traducido y citado por Gore) “Descubren qué de lo que hicieron facilita o dificulta el aprendizaje, inventan nuevas estrategias para aprender, producen esas estrategias, evalúan y generalizan lo que han producido”.

Plantea un raro Aprendizaje de Nivel 3 o Tritoaprendizaje, en el que, como resultado de una psicoterapia o de una conversión religiosa surge la pregunta acerca de los contextos de los contextos en los que se aprende. Cabría suponer al perro moscovita en profunda reflexión acerca de la racionalidad de su encierro en el laboratorio.

Dentro de la misma lógica recursiva Peter Senge desarrolla en su best seller La Quinta Disciplina los modelos de ciclo de lazo simple y de lazo doble, una forma muy batesoniana de pensar la realidad basada en los procesos de feedback. La teoría de los sistemas, de uso habitual en las prácticas de consultoría, debe mucho a Bateson en su doble rol de difusor y aplicador. Los procesos de cosmogénesis generadores de organización y orden basados en el feedback positivo y sus opuestos de cismogénesis que generan conflicto y desintegración son ejemplos de la aplicación de la ecología de la mente particularmente sugerentes al analizar las fusiones y adquisiciones, así como para las relaciones gremiales.

Los metálogos forman parte de esta particular ecología de la mente, sirven para dar cuenta de cómo el lenguaje condiciona nuestro modo de percibir y construir la realidad. Con algo de Platón y de bucólicas maceradas con los aforismos de Nietzsche, los metálogos son también estrategias para agilizar la transmisión de ciertas intuiciones profundas que resisten al silogismo. El humor de Bateson campea triunfal en estos deliciosos diálogos con su pequeña hija Mary Catherine. Vaya esta pequeña muestra:

Hija (H): -Papá, ¿cuánto sabes?

Padre (P): -¿Yo? Humm…, tengo más o menos una libra de conocimientos.

H: -¡No seas tonto! No se trata de una libra esterlina o una libra de carne. Lo que quiero realmente preguntarte es cuánto sabes.

P: -Bueno, mi cerebro pesa alrededor de un kilogramo y supongo que de él uso una cuarta parte, o sea, sólo un cuarto de su eficiencia. Así que digamos un poco más de un cuarto de kilo, es decir, una libra.

H: -Pero papá, ¿sabes más que el padre de Johnny? ¿Sabes más que yo?

P: -Humm…, en Londres conocí una vez a un niño que le preguntó a su padre: ¿saben los padres siempre más que los hijos? Y el padre contestó “sí”.

H: -¿Y tú crees lo mismo?

P: -¡Absolutamente! Siempre.

H: -¿Papá?, ¿quién inventó la máquina a vapor?

P: -El ingeniero británico James Watt, allá por el 1700.

H: -Pero, ¿por qué no la inventó el padre de James Watt?

Otra manifestación de la creatividad y el buen humor de Bateson para transmitir sus intuiciones está en el relato que incluye en Mind and Nature sobre  el caballo poliploide. Quienes no lo conozcan lo podrán disfrutar citado por Ernesto Gore en este video https://www.youtube.com/watch?v=VZB-mPqy_J8

Colofón

Bateson murió el 4 de julio del año de 1980, cuando la gente de su país de adopción festeja la independencia del reino en el que él nació. Contaba por entonces 76 años y fue el único de los tres hijos de Caroline y William que llegó a la vejez. John falleció en combate en las postrimerías de la guerra del 14 y Martin, al poco tiempo, dolido por esta muerte y cierto rechazo amoroso se vuela la cabeza en pleno Picadilly Circus. 

Asume su biógrafo, David Lipset, que Bateson no llegó a tener el reconocimiento que merecía por el poco usual hecho de ser “un hombre doblemente anacronístico, al mismo tiempo adelante y detrás de su tiempo”. Le ocurre a los sabios que pocas personas logran entenderlos. No debe atribuirse esta escasez a su falta de claridad, sino a la cantidad sobrehumana de variables y enfoques que manejan. En sus últimos años agregó al ya complejo dispositivo biológico, antropológico, psicológico, ecológico y comunicacional que había conjugado en la ecología de la mente; novedosas y heréticas miradas desde lo religioso, lo inmaterial y las percepciones. Como tantos académicos que descansan y disfrutan de sus viejos laureles, podría haber optado por la docta haraganería de la doctrina y el dogma. Pero siempre fue arduo, rebelde, inquieto, amante de los desarrollos y poco amigo de las conclusiones. Un sabio que no corría con los riesgos vertiginosos de la ignorancia, como recuerda Alejandro Dolina:  

La ignorancia es mucho más rápida que la inteligencia. La inteligencia se detiene a cada rato a examinar; la ignorancia pasa sobre los accidentes del terreno que son las nociones a gran velocidad, y jamás hay nada que le llame la atención. Así llega rápidamente a cualquier parte… especialmente a las conclusiones.

7 respuestas en “Gregory Bateson”

Me dejó pasmado y emocionado esta nota sobre el gran Gregory Bateson. Yo creía saber mucho sobre él pero siempre olvido que las búsquedas silenciosas de Gustavo son imbatibles. Si alguien lee esa biografía y aún no leyó a Bateson es un afortunado porque leerlo por primera vez, en Pasos hacia una Ecología de la Mente por ejemplo, es la puerta a un nuevo mundo. Gustavo me incluyó aquí en un lugar donde nunca estuve pero siempre soñé estar. Se lo agradezco.

Dos reflexiones sobre este artículo increíble de nuestro querido ´
Gustavo: la primera es que hasta leerlo yo me consideraba un intelectual, cosa que pongo en seria duda desde hoy. La segunda es la característica atribuida a Bateson de estar por delante o detrás de su tiempo. Encarna a la alocución de nuestro José Ingenieros de “ser prematuro o arcaico”, porque en el medio habita el hombre mediocre. ¡Qué difícil empresa! Gracias Gus por compartir tu erudición!!!

Querido Gustavo, siempre es un placer leerte y esa condición que tenés de hacernos re descubrir a autores célebres. Lo lograste con Maslow en el curso de desarrollo hace muchos años y ahora vuelve a suceder con este hermoso relato.
Sugiero que escribas un libro o un blog, asi quienes no te tenemos tan cerca como antes, podemos disfrutar de tu maravillosa capacidad de llevarnos por mundos alternativos, descubriendo grandes autores que iluminan nuestro que hacer cotidiano.
Muchas gracias por este momento de regocijada lectura. Aire fresco… como siempre 🙂

Hola Silvia, espero que estés bien.
Bateson como Maslow, Herzberg, McGregor, Touraine, Gore, Jaques y su amigo Bion son brújulas que nos ayudan a mantener el rumbo en un mar de publicaciones sin teoría ni rigor metodológico. Folletos con esteroides, sermones seculares.

Querido Gustavo (alias Funes el memorioso)
Gracias. Los dos artículos muestran, contextúan, humanizan y nos amplían el conocimiento sobre el origen de prácticas que damos por sentadas…..y nos preguntamos es muy demandante pedir las historias de vida de Bion, Watzlalawick, etc. narradas de manera tan exquisita.

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