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Terminó el entrenamiento, ahora “hagamos firmar el remito”

Por Guillermo Leon Barreto

Apelo a esta metáfora para reflexionar sobre cómo podemos mejorar el compromiso para la aplicación de los aprendido.

Siento que con el correr del tiempo fue madurando de modo tácito el concepto de que las personas que participan de un proceso de formación son una suerte de ”cliente” del servicio educativo que presta la organización a la que pertenece.

A su vez, tanto los gestores de programas de formación como quienes tienen el rol instructor o facilitador, se empeñan en hacer visible que los conceptos, prácticas o creencias que se enseñan y aprenden tienen el propósito de servir como “herramientas” para alcanzar el mejor desempeño y el consecuente logro de los objetivos o resultados esperados.

Vuelvo a la metáfora del remito.

Hay una sana costumbre de la burocracia que es hacer firmar el remito a quien recibe una nueva herramienta (notebook, taladro o vehículo), que es la manera en que la organización deja constancia de que:

  • hay un bien que fue entregado y recibido (y que tiene un costo o representa una inversión de capital),
  • que se espera que sea empleado para la realización de la tarea y se le dé el uso apropiado,
  • y que, en consecuencia, se habilita a la organización a esperar / reclamar entregables producidos con las herramientas en cuestión

¿No aplica cada uno de estos supuestos a la inversión en formación? Por supuesto que sí.

Sin embargo, al cierre de una actividad de entrenamiento sigue siendo habitual entregar una encuesta en la que los participantes (clientes) valoran su experiencia y califican (contenidos, instructor, aula y medialunas).

Cómo matar 2 pájaros de un solo tiro:

¿Qué pasa si a la encuesta de satisfacción le agregamos algunas de las siguientes preguntas:

  • ¿la formación que recibiste te permite mejorar el logro de los objetivos que te asignaron? (mucho – medio – poco)
  • ¿en qué plazo podés aplicar lo aprendido? (inmediato – mediano – largo)
  • ¿encontrás algún obstáculo o barrera para aplicar lo que aprendiste? (SI – NO, y si es SI, ¿Cuál?)

Por supuesto que el compromiso de aplicación que quede plasmado en la encuesta también será burocracia si no hay una gestión que involucre a quienes lideran a cada participante y otras acciones de seguimiento de la aplicación e impacto.

Pero es un buen comienzo plantearse cómo complementar la experiencia de “cliente” con otras experiencias que muevan a “hacerse cargo” y sentirse responsable de la mejora del propio rendimiento.

Una respuesta en “Terminó el entrenamiento, ahora “hagamos firmar el remito””

Es excelente la metáfora. Es como lograr un servicio postformación (por postventa), pues si se obtienen respuestas, serán válidas para mejoras a futuro.

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